jueves, 15 de enero de 2009

Bazares Chinos

Aquí estamos de nuevo, escribiendo en los Apuntes de Vicerin. Después de un tiempito hemos regresado a la práctica, para mantener la mente y los dedos ágiles.
Antes que todo, dejenme desearles un buen 2009 y espero que el 2008 halla sido un año fructífero en diversos contextos.
Realmente es muy difícil empezar a escribir en este blog, ahora entiendo y valoro más a los columnistas; es sumamente difícil sentarse enfrente de la computadora y articular las ideas que tengo en mi mente y plasmarlas en la pantalla. No pasa lo mismo con los relatos que escribo, donde soy dueño de mis personajes y puedo entablar un estira y encoge, que se adecue a lo que quiero. En este blog trato de apegarme a la objetividad de lo que miro y escribir pegado a la realidad, por supuesto sin pretender ser el dueño de la verdad absoluta.
Este blog fue concebido con la idea de relatar de alguna manera consecuente mis peripecias en esta aventura llamada ¨España¨ pero como he expresado anteriormente, me es muy difícil desprenderme de ese tercer ojo, que es tan irreal, apegado a las imagenes que hay detrás de los espejos. Así que el blog ha ido trasmutando, los contenidos son de un corte diverso, poesías, locuras y azares. Pero ahora voy a bordear la verdad lo más que pueda, espero salir bien librado de este juego de objetividad.
Hace cuatro meses arribamos con Shoshannah a Castellón y recuerdo muy bien que el primer día que llegamos a la ciudad, después de salir de la estación de tren, con poco equipaje (Gracias a Iberia que perdió el equipaje pesado)en compañía de Danilo y Sanne, dos almas caritativas que nos brindaron alojamiento mientras nos ubicabamos en nuestra nueva ciudad, nuestra primera visión fue la de un Bazar Chino o una Euro Store al lado de la plaza de toros. En ese instante bromeando le comente a Shoshannah, que si la luna empezara a habitarse ( Cosa que no la miro tan lejana, así como va el mundo)Los chinos montarían el primer restaurante y la primera tienda, donde se pudiera encontrar desde un clavo de acero hasta una escoba.
El día que arribamos a Castellón fue un martes de septiembre, aproximadamente a las dos de la tarde y la ciudad era una especie de pueblo fantasma, parecía que lo único que estaba abierto era el Bazar Chino. Después de recorrer unas cuantas cuadras, volvimos a mirar otro Bazar Chino, desde luego abierto. Danilo y Sanne, antes de que preguntáramos el porque todo estaba cerrado, se adelantaron a decirnos que era la hora de la siesta y que todavía varias personas se encontraban disfrutando de sus vacaciones de verano. Poco a poco que el mes de septiembre fue avanzando se fue viendo más gente en la ciudad, más tiendas y más entretenimiento, pero eso si, de dos de la tarde hasta las cinco y pico, Castellón sigue siendo un pueblo fantasma, a pesar de la crisis... Y los domingos ni hablar, parece un pueblo del viejo oeste y si tienes suerte puedes encontrarte en una esquina a John Wayne montado en su caballo. Resulta que el pasado lunes, leyendo un periódico local, encontré una noticia; la Generalitat ordena a que los Bazares Chinos o Euro Store tienen que cerrar los domingos y días festivos. La Generalitat alega que esta nueva ley es para proteger a las empresas de familias y PYMES de la comunidad Valenciana.
También la Generalitat pone sobre la mesa el argumento que las tiendas asiáticas se han convertido en competidores desleales al abrir los días domingos y festivos.
Las tiendas que no acaten la normativa se exponen a pagar una multa de 6000 Euros.
No había querido hasta ahora abordar temas complejos, como temas sociales, que pueden causar polémica, no es mi intención, solamente quiero exponer mi punto de vista de la situación. Me recuerdo de un restaurante Chino en Tegucigalpa, en la colonia Florencia, que abría las 24 horas del día y donde varias veces comí tacos chinos o wang tang fritos a los tres de la mañana, antes de regresar a mi casa, después de haber vagado por la ciudad. La verdad es que ese restaurante era una luz en la oscuridad para los trasnochadores, era el único lugar en Tegucigalpa donde se podía comer después de salir del Bar. Mi madre que siempre tiene un refrán bajo la manga, siempre dice: el que quiere azul celeste, que le cueste. El que quiere triunfar y salir adelante tiene que trabajar como es debido, nada cae del cielo y siendo realista aquí en Castellón la gente parece que odia el trabajo. Cuando voy a tomar un café, en lugar de recibir una sonrisa o un gesto de amabilidad recibo un seco QUE QUIERES. Lo curioso es que cuando vamos a un Bazar Chino, a buscar cualquier cosa para el hogar o cuando vamos a un Kebab Paquistaí a comer o a la frutería de la esquina donde un joven de la India nos atiende como príncipes, recibimos un trato de primera. Todos estos elementos tienen un denominador común: todos los establecimientos que he nombrado anteriormente son atendidos por emigrantes.
No quiero entrar en temas raciales, pero les lanzo una pregunta a todos los que lean esta columna, que como yo, hay varios que no son especialistas en temas económicos ni sociales.
¿Vivimos en una sociedad de consumo, donde cada quien es libre de comprar lo que quiera, donde solo trabajando y estudiando los seres humanos obtenemos una mejor calidad de vida? ¿Entonces porque la Generalitat Valenciana, en un ejemplo claro de egoísmo y de racismo, frenando el crecimiento de la pequeña economía de los emigrantes, cuando las tiendas de los ciudadanos valencianos están cerradas por la siesta?