martes, 24 de mayo de 2011

El hábito hace al monje

Es tan difícil vencer la pantalla en blanco y al papel virgen; es un gran reto articular palabras que al final puedan entrelazarse entre si y sonar mas o menos reales, dependiendo de lo que quieran decir.
Así que aquí estoy en el reto de vencer la carencia de inspiración, vamos a ver que tal resulta...
La primavera se ha dejado venir sobre Canadá, trayendo consigo una tormenta que ha limpiado todos los restos que quedaban del invierno.
Toronto, es otra ciudad; con un verdor espectacular, tulipanes aparecen omniscientes por doquier y todo apunta para soñar tendido con los brazos en cruz sobre la hierba de cualquier parque.
Es una época donde los sueños crecen al compás de la esperanza y en momentos como este es cuando agradezco a la vida, por el hecho de vivir en un lugar, donde las cuatro estaciones están tan marcadas; ya que cada estación es como empezar de nuevo, reinventarse y al mismo tiempo transformarse.
Sobreviví mi primer invierno y creo que lo hice de gran manera, salí invicto por la puerta grande y ahora la recompensa es un formidable sol.
Cómo les contaba, la primavera que parecía que nunca llegaría ha llegado y parece que con ella también llegó una especie de sequía inspirativa.
Ha sido tan difícil mantener el hilo conductor de lo que escribo y poder dirigirme hacia algún sintió, creo que prefiero el café con el clima frío, las bufandas y los sombreros y las bibliotecas con sus pisos repletos de huellas que han dejado su rastro imborrable de nieve, la cual se ha derretido casi imaginariamente.
Mucha gente me llamará loco, pero ya estoy extrañando estar escribiendo sentado en el sofá de mi casa, con una humeante tasa de café en mi mesita de centro y con una postal de colección; el frondoso maple que tengo enfrente y cruzando la calle, cubierto de nieve y con las ramas como inacabables estalactitas.
No puedo achacar la falta de inspiración a mis trabajos cotidianos, ni tampoco a un factor que desconozco, es solamente uno de esos baches oscuros en los que muchas veces caemos.
El sufrimiento que se siente cuando la pantalla del ordenador esta en blanco, es un dolor agudo y más cuando las ideas vuelan a ras de suelo, muy cerca de la imaginación. Pero es tan difícil capturarlas, plasmarlas entre el desconcierto del que "Sea lo que sea" como dice Jorge Drexler en una de sus canciones.
En fin, siempre me ha gustado esta frase " El hábito hace el monje" y supongo que tengo que seguir escribiendo, aunque sea lineas inmaduras y confusas como estas que he escrito, pero a solicitud de algunos lectores entre los cuales quiero recalcar al buen amigo Cesar, aquí estoy luchando contra la pantalla en blanco y con la certeza que llegaran lineas mejores...
Hasta la próxima, me despido desde el patio de mi casa, donde estoy escribiendo y justo en este instante un hermoso cardenal revolotea por los aires, feliz y disfrutando de estos 21 grados centígrados que la primavera nos regala, mientras la Shoshannah termina de trasplantar los tomates en nuestra huerta.
La inspiración aparecerá, cuando menos lo espere, porque escribir es para mí como vivir y cada adjetivo que encuentro en cualquier esquina de la ciudad o en la comodidad de cualquier rincón, sueña con adquirir otros matices, hasta que felizmente descansa, cuando llega el orgasmo perfecto; que es simplemente la unión de la realidad con la fantasía.