“El
bienestar de la humanidad, su paz y seguridad no podrán ser alcanzadas hasta
que su unidad sea firmemente establecida”.
Bahá'u'lláh
Días atrás
me encontré con un artículo en el diario El País de España titulado “El camino más
largo hacia Estados Unidos, pero el menos peligroso". En dicho artículo se expone la triste realidad
que afrontan los miles de inmigrantes que buscan llegar hacia los Estados
Unidos de cualquier forma posible.
El artículo
hacía mención que, ahora los inmigrantes están optando por hacer el trayecto
hacia los Estados Unidos a través de la costa pacífica del territorio mejicano,
ya que la costa atlántica se encuentra infectada de bandas criminales que
atentan contra las vidas de estas personas, que solamente buscan un mejor
porvenir (estas bandas incluyen las fuerzas policiales mejicanas) al parecer la
ruta del pacifico es mas segura, aunque mas larga y tediosa.
La
realidad de lo que está pasando con los inmigrantes, en su mayoría
centroamericanos y algunos sudamericanos, es sumamente preocupante, las violaciones a
los derechos humanos están a la orden del día y todo ante la vista gorda de las
autoridades. Por si esto no fuera poco, según el artículo, un sentimiento de
repulsión hacia los inmigrantes centroamericanos que pasan por México se está
acrecentando entre la población, tildando a los mismos de delincuentes y
criminales. El propio gobernador del
Estado de Jalisco, Aristóteles Sandoval (del Partido Revolucionario Institucional,
PRI), dijo hace dos semanas que la población de Guadalajara debía denunciar a
“esa gente que está en las esquinas” para “regresarlos a su país”. Sin citar
estadística alguna, el político afirmó que había detectado que “quienes asaltan
a casas” eran “sobre todo centroamericanos o sudamericanos”.
Semanas
atrás se descarriló un tren, uno de los tantos que transportan inmigrantes, que
viajan de manera clandestina y de las formas menos impensables; sujetos a los
fierros de la temible bestia de acero, donde no se pueden dar el lujo de
pestañear ni un segundo a pesar del cansancio y el agotamiento, porque ese
segundo puede significar perder las piernas o en el peor de los casos la misma
vida.
A pesar de
tal peligro, los inmigrantes no tienen mas remedio que viajar a bordo de la
bestia, la cual recorre mas de cinco mil kilómetros del territorio mejicano, en
una carrera contra la muerte, buscando avanzar lo mas que se pueda y acercarse
a la frontera con los Estados Unidos, donde otra aventura les espera.
El accidente
tuvo lugar entre los limites de Chiapas con el estado de Oaxaca, dejando como
saldo doce personas muertas y cientos de heridos. No quiero ahondar en aquellos
que han sido mutilados por la bestia de acero o en aquellas mujeres que han
sido violadas por las temibles bandas de criminales, que están sembrando el
pánico y el horror en todo el paso fronterizo.
Viniendo
de un país como Honduras donde más de un familiar o un amigo cercano ha salido
del país ya sea legal o ilegal para probar suerte en los Estados Unidos, junto
a un millón de compatriotas que viven en la nación norteamericana, he escuchado
tantos relatos acerca de esa aventura llamada El Sueño Americano. Muchos corren
con la suerte de cruzar la frontera en quince días, otros han perdido la vida
en el intento. Lo verídico es que los
inmigrantes aparte de enfrentarse a las temibles situaciones climáticas en su
afán por llegar a la ‘tierra prometida’, entre las que figuran: agrestes
desiertos, ríos caudalosos, fieras salvajes y tupidas selvas, tienen que librar otra
lucha, que es la más lamentable de todas
las luchas: la lucha contra la misma naturaleza humana.
La
desesperanza y la miseria son las dos claves vitales que mueven a miles de
centroamericanos a arriesgar sus vidas día a día, los que logran cruzar la
frontera y llegan a los Estados Unidos se dan con la piedra en los dientes y se
encuentran con la dura realidad de que la situación no es como habían soñado que era, sin embargo cualquier cosa
es mejor que nada, cualquier cosa es mejor a no tener algo que llevarse a la
boca.
Hasta que
las condiciones sociales sean las justas, hasta que no se acabe con la
desmedida corrupción y hasta que todos tengamos los mismos derechos básicos a
salud, educación y vivienda, el éxodo de centroamericanos continuará lanzándose
en una aventura muchas veces sin retorno; separando familias enteras, dejando
hogares rotos y al final sembrando más desigualdades.
Desde
todos los tiempos los seres humanos nos hemos estado moviendo de un sitio a
otro, los movimientos migratorios se vienen dando desde épocas ancestrales y
los mismos han enriquecido las culturas y aportado otro matiz a las
sociedades. Lamentablemente los
prejuicios siempre están latentes, así como los atropellos a la dignidad
humana, llegando al extremo indeseable de la generalización.
El
fenómeno migratorio no solamente se esta dando en este hemisferio, sino también
del otro lado del charco. Miles de españoles se están viendo en la necesidad de
salir de su país para buscar una mejor suerte en otros lugares (Latinoamérica
entre ellos) gracias a la crisis económica que golpea al país ibérico desde el
2008, así que como se dice coloquialmente en Honduras ‘la tortilla siempre se
da vuelta’ y nadie sabe adónde irá a parar.
Hasta hace
unos años atrás, España era un ejemplo de crecimiento y adelanto, quizás una
ilusión de lo que había detrás del telón y la hora de la verdad llegó,
derribando el castillo de arena que se creó, como suele suceder; los que
pagaron los platos rotos fueron los que no tuvieron nada que ver y los
responsables del descalabro social y económico siguen a sus anchas, incluso
recibiendo homenajes y condecoraciones.
Resulta
una parodia que se presume de vivir en un mundo tan global, donde las
comunicaciones están alcance de todos y donde las fronteras que ponían los
idiomas han quedado atrás, sin embargo, se sigue mirando por encima del hombro
y se sigue clasificando según de donde venimos.
Cuando en
resumidas cuentas todos estamos de paso en este mundo y cuando llegue el día de
dejar de respirar el aire de la vida, las fronteras quedaran atrás y entonces
solamente seremos un desolado eco en el espacio, sin importar nuestro origen o
color.
Toronto,
26 de Septiembre, 2013