miércoles, 30 de enero de 2013

De Escritos y Otros Asuntos

“Desde que era niño tenía claro que quería ser escritor. Aunque también quise ser bombero, futbolista profesional y en el peor de los casos bailarín. Todavía recuerdo mis coreografías cuando tenía seis años, bailando canciones de Miguel Bosé para mi madre y mis hermanas, pero, el baile nunca se me dio, al igual que la carrera de apaga fuegos o la de futbolista profesional, entre otras cosas que quise ser.

Con el transcurso de los años varias inquietudes han venido apareciendo y he ido descubriendo otros mundos. Las he hecho desde maestro, hasta trabajador social, pasando un tiempo en una cocina comunitaria, para luego proseguir en el mundo de las traducciones e interpretaciones, y ahora me las veo sentado en una oficina demasiada pulcra para mi gusto por ochos horas al día enfrente de la computadora.
Cuando he estado desarrollando diversas tareas y a pesar de haber tenido momentos de flaqueza, de dudas y de frustración, siempre he tenido claro que las letras y los libros son mi verdadera vocación, y que todo lo que estoy haciendo es exclusivamente para pagar las cuentas y por si se quiere ver de esta manera: para ganar experiencias, porque en esta vida hay que saber de todo un poco, no hay duda de eso y muy a menudo la actitud y el positivismo abren muchas puertas. Mi apego a la imaginación viene desde que era muy pequeño.

Yo fui uno de esos niños que crecen solos, así que tuve que ingeniármelas para entretenerme por mi propia cuenta; inventé personajes imaginarios y le di vida a mis fantasías para apalear mis soledades. En la adolescencia desalmada empecé a escribir mis primeros poemas para vengarme de todo lo que odiaba en aquellos entonces (por cierto odiaba muchas cosas) A los veinte, empecé a escribir mis primeros cuentos, a los veinticinco terminé mi primer remedo de novela y que me libró de un desamor y de una profunda depresión.
A los treinta terminé lo que puedo catalogar como mi primera novela “decente”, que me hizo hacer muchas paces con mi pasado y entender mi presente. Con mis treinta y tres recién salidos del horno, estoy metido en una nueva aventura, en un nuevo relato y tal como suele suceder; me encuentro emocionado, como un padre primerizo. Aunque llegarán momentos de frustración, de esa fuga inspirativa y de un ciclo repetitivo de hilos conductores, que estarán cerca de volverme loco, pero, que al final terminarán encontrando los ejes centrales.

 La carrera de escritor puede ser la más fantástica y a su misma vez la más injusta, no hay un punto medio entre la realidad y la ficción y casi nunca se reciben frases como las de “buen trabajo” o “me gusta lo que escribes”. La diferencia de ser un escritor a ser un pintor, es que los libros son más intangibles (el menos hasta que no se hallan publicado) en cambio un pintor pinta un cuadro o un caricaturista dibuja una caricatura y la prueba está ahí, visible ante el mundo, en cambio las letras, es otra historia, se tienen que cristalizar en un formato y el proceso nunca puede llegar.

No me gusta hablar de escritores buenos o malos, o de pintores buenos o malos, creo que el solo hecho de crear algo merece respeto, pero, para que un libro vea la luz, es un camino de espinas, todo un proceso que puede durar años y años, incluso décadas y el lector puedo decidir en cinco minutos con una soberanía eterna que lo que está leyendo y lo que ha llevado años para salir a luz pública, simplemente no sirve y ahí quedan los libros olvidados en algún armario.

Hay millones de escritores anónimos que nunca verán la luz al final del túnel y sus escritos se quedarán en la frialdad de algún disco duro o impresos en algún triste papel, sin nunca ser leídos. Eso me parece tan triste e injusto, quizás inhumano; otros se quedarán en el camino y abandonaran las letras para siempre, abatidos por la frustración de no poder publicar (espero no ser uno de ellos) otros simplemente seguirán escribiendo, porque escribir es la perfecta salida de los mundos vacíos en que vivimos. Entre tanto y tanto este blog me mantiene respirando, consigo apalear emociones y seguir a flote.

Consecuentemente, la pregunta del millón no tarda en llegar ¿conseguiré publicar algún día? La pregunta está en el aire y solo el tiempo tendrá la respuesta. Creo que no puedo vivir sin escribir, es un reclamo del alma, pero, como todo escritor, mi ilusión es ser leído y poder tocar un libro parido por mi imaginación. Creo que ese sería el cenit de mis anhelos e ilusiones. Me alegra de sobremanera porque Latinoamérica está pariendo una nueva era de escritores jóvenes, que poco a poco están andando por el camino labrado por los precursores del boom, llámense García Marques, Cortázar o Vargas Llosa.
Una nueva era de escritores está naciendo y se han despojado de tantos preceptos dados y están encontrando nuevos estilos. Ya no se tiene aquella idea que la literatura es asunto para viejos con enormes gafas y con abundantes barbas.

Ahora, la nueva camada se reúne en cafés contemporáneos, hablan de tecnología, de comida orgánica, son más conscientes de lo que consumen, del medio ambiente, aprenden idiomas, viajan por el mundo, se opina sobre los cambios socio-políticos, de igualdad de géneros y del derecho a poder casarse con el sexo que sea, en síntesis; se está más abierto a los cambios que las sociedades están experimentando. Pero, a pesar de la revolución de las telecomunicaciones y del acceso a la información, siguen existiendo fronteras y prejuicios, que tienen que caer de una vez por todas.

 Todos los creadores latinoamericanos a pesar de tener estilos narrativos diferentes, no nos podemos divorciar de la realidad y de las injusticias sociales, creo que por eso somos un género especial de literatura. Personalmente, soy un ferviente admirador de la vanguardia y me gusta cuando lo tradicional rueda por un precipicio y aparece lo distinto, y creo a ciencia cierta que este es el momento de la literatura latinoamericana y el momento de reivindicar de una vez por todas nuestro idioma español, cada vez más hablado en todo el mundo.

 Los escritores latinoamericanos nos estamos despojado de lo académico y hemos caído a la realidad que tenemos enfrente de nuestras narices, matizándola con ese exquisito surrealismo tan característico en nuestra cultura. La semana pasada recibí un cuento de un buen amigo de Honduras, que al igual que yo tiene ese gusanito literario haciendo eco en su mente y después de leer el cuento, comprobé lo que siempre he sabido; hay una nueva vertiente creativa en Honduras y en toda Latinoamérica, una vertiente que llega a enamorar y que deja un buen sabor de boca. También, que se despoja de paradigmas y que tiene un tinte alternativo.

 Semanas atrás navegando en internet me encontré el blog de Fabricio Estrada (Bitácora del Párvulo) poeta, intelectual y fotógrafo hondureño, llevándome una agradable sorpresa. Fabricio, al que desafortunadamente no he tenido el placer de conocer en persona, hace un despliegue de sentido común en su blog y ni hablar de las fotos que tocan el alma de cualquiera.

 No solo se trata de literatura; nuevas tendencias musicales estan apareciendo, el cine se atreve a explorar otros terrenos y el diseño gráfico está llegando a otros niveles. Creo que la necesidad nos hace tener un espiritu de sobrevivivencia y desarrollar la creatividad de una manera singular, muy a nuestro estilo, teniendo por banderas la espontaneidad y el valor de querer contar al mundo tantas verdades e injusticias.

 Para terminar, quiero proclamar el derecho irreverente que todos los seres humanos tenemos para soñar y ¿quién sabe? espero algún día poder dedicarme exclusivamente a lo que amo de verdad: a escribir y a soñar con otras fantasías, pero, siempre partiendo de la realidad en que me tocó nacer y comprometido con luchar por un futuro más prometedor”.

 Toronto, 29 enero 2013 vicerin@gmail.com

jueves, 17 de enero de 2013

Arriba la Bici




"Sin duda alguna cada vez más personas están usando la bicicleta en las grandes ciudades. Creo que al final, el mundo se está dando cuenta que tenemos que cambiar nuestros estilos de vida y ser más activos.

En Toronto, la cultura de la bicicleta ha crecido notablemente y a pesar del duro invierno, muchas personas usan las bicis para llegar a sus trabajos, dejando los coches aparcados en las casas.

En el verano varias calles de la ciudad están repletas de bicicletas, a pesar de este fenómeno el ayuntamiento de la ciudad está quitando algunos carriles de bicicletas, para expandir las carreteras.

 En Europa es otra historia; me recuerdo muy bien cuando visité  Ámsterdam y la sorpresa que me causó ver tantas personas en bicicleta, incluso hay semáforos en las calles para las bicis.

Desafortunadamente, en Toronto es otra historia al igual que otras ciudades norteamericanas, el coche es más que un medio de transporte, es parte de la cultura y símbolo de orgullo.

También está el elemento de que las grandes compañías que fabrican coches han vendido la imagen del poder y de la comodidad que estos representan,  dejando al transporte público relegado.

 Les conviene que las personas sigan comprando coches y lógicamente la gasolina se vuelve cada vez más esencial y los especuladores hacen su agosto con los precios.

Ni hablar de la salud, no se camina ni para llegar al café que está cruzando la calle y los casos de obesidad se han disparado de una manera dramática. Las ciudades norteamericanas han sido concebidas pensando en los coches y en la "comodidad". Se maneja a todos lados y para todo. Pero, he percibido que poco a poco la mentalidad está cambiando, especialmente en las grandes ciudades, donde lo cosmopolita se está anteponiendo a la tradición.

 Acá literalmente se nace manejando y se muere manejando, he conocido ancianos de noventa y pico años que manejan incluso el día en que mueren. Por la mañana salen en su coche y esa misma noche la muerte los sorprende descansando en la cama ¿Qué hubiese pasado si la muerte hubiese llegado en la carretera?

Las autoridades construyen más autopistas o expanden las ya existentes para hacer el tráfico más fluido, pero, nada está funcionando, cada vez el tráfico es más ensordecedor y las personas pasan más tiempo sentados en sus coches que siendo activos y se está pasando la factura; más enfermedades, trastornos mentales, estrés y menor calidad de vida.

 Los suburbios se han proliferado como hormigas en las afueras de la ciudad, cada vez se ofertan casas más grandes, que exigen mayor consumo de recursos y el uso del coche es esencial; es más, con las grandes distancias, con el valor elevado del transporte público y con la deficiencia del mismo, es imposible vivir sin un coche.

Las pequeñas tiendas locales han sido desplazadas por gigantescos almacenes donde los empleados son solamente una X más en la ecuación de producción.

La bicicleta proclama todo lo contrario, es lo ínfimo, la sencillez el minimalismo y la optimización de todo lo material que ya tenemos en nuestras vidas.

 Amo los ciclistas urbanos que se deslizan por las grandes ciudades en dos ruedas, entre taxis y coches, haciendo sonar sus timbres, mientras  los conductores que esperan impacientemente a que el tráfico avance, derrumbados por la impotencia de estar estancados en sus vehículos sin poder avanzar ni un metro, hacen gestos y maldicen a los mil vientos.

Tengo todavía en mi cabeza las imágenes de Ámsterdam, de esa ciudad que late y que vive a un ritmo acelerado, donde todo el mundo se mueve en bicicletas; hombres de negocios en sus trajes, madres que llevan a sus hijos a la escuela, ancianos, estudiantes, etc.

 En otras ciudades del mundo se ha implementado los servicios de bicicletas públicas, donde se monta en una estación determinada y luego se deja la bicicleta en otra estación, pagando una cantidad simbólica.

En Toronto, pagando un coche estándar al mes, más el seguro, mantenimiento, combustible y parqueo no cuesta menos de $800 al mes, $9,600 al año, sumado el estrés y la falta de actividad física. No hace falta ser un genio en matemáticas, para darse cuenta que la perdida es más que notable.

Espero que Toronto algún día se transforme en lo que es Ámsterdam, Copenhague o Berlín, o al menos que las personas entiendan que no cuesta nada salir a dar una vuelta en la cuadra y dejar el coche aparcado.

No estoy pidiendo ser un ciclista extremo, uno de esos que juega su vida cruzando coches y tranvías, solo pido que un domingo de verano se venza el tedio y la rutina del coche, que se suba a una bicicleta y verán que otro mundo es posible, un mundo más tranquilo y lento, pero, que al mismo tiempo se mueve, al ritmo que nosotros mismos deseamos".


Toronto, 17 de enero, 2013

jueves, 10 de enero de 2013

La Parsimonia De Un Simple Adiós


"La puerta esta entre abierta, una breve ranura me permite ver adentro de la habitación y todo es caos; libros desparramados, hojas color amarillo atiborradas de letras con una caligrafía inconclusa. Puedo ver un diccionario francés-español y una guía de viajes de Francia, mas específicamente de Paris.

Tengo ganas de entrar a la habitación, pero, me abstengo, en un intento claro por no encontrar algo que no deseo. Deje la puerta tal y como estaba, entreabierta y me voy a la cocina a preparar un café.
Preparo el café en la vieja cafetera italiana y me entretengo viendo por la ventana.

El paisaje que tengo afuera no es el más alentador, una densa neblina reina en el ambiente y es más que evidente que en un par de minutos comenzará a llover.
Es esa lluvia fina que cae tan delineada, que parece que no moja, pero, después de un par de minutos empapa todas las superficies.

Detesto la lluvia, me deprime y me ata a quedarme en casa.
La cafetera tararea un sonido en la estufa, el café esta listo. Me sirvo la bebida en una taza, que es un suvenir de un viaje que hicimos juntos a Londres el verano pasado y me voy a la sala.
No enciendo la televisión, de antemano se que no encontraré nada que ver, pasa igual con la computadora portátil y solamente me quedo quieto observando una replica de un Miró que cuelga en una de las paredes de la sala.

El café me sabe a gloria y calienta mis huesos, que están tan necesitados de calor. En eso escucho el timbre una y otra vez, y no atiendo la puerta. Me da igual quien esta llamando a la puerta, se muy bien que no puede ser ella, lo siento adentro de mi ser.
Sigo enfocado en el Miró, mientras le doy sorbos a mi café, que poco a poco se va extinguiendo.

En eso, no aguanto más y vuelvo a la habitación. Me asomo por la ranura de la puerta y me vuelvo a encontrar con los mismos elementos. La curiosidad se acrecienta y no puedo resistir al impulso de abrir la puerta de una vez por todas de par en par y profanar aquella habitación, que de cierta manera, también me pertenece.
Entro en la habitación y otro espacio aparece delante de mis ojos; todavía huele a vino barato, a sexo y a tabaco.

La cama es una especie de trinchera, las sabanas forman un embrollo y tres toallas todavía húmedas se suman a la causa. La cómoda que esta adherida a la pared, es una muestra evidente que se ha marchado, ha recogido su ropa y se ha largado, quizás para siempre, quizás no.
En la mesita de noche que esta al lado de la cama hay una copa vacía y un cenicero repleto de cenizas que han pasado a mejor vida.

Me siento al final de la cama, para intentar organizar el rompe cabezas. ¿Adonde se abra ido? ¿Quizás Paris o Nueva York? o ¿Estará en algún pueblo del sur? Con ella nunca se sabe, todo es posible; En el mundo que hay adentro de su cabeza lo racional es un asunto aparte.

Aunque en un momento quise que se fuera, que se largara de mi lado y que me dejase en paz de una vez por todas, ahora que estoy en esta habitación contemplando lo que un día fue, tratando de reconstruir las piezas rotas de mi vida, asumo que la necesito, como un junkie necesita su heroína o como el cielo necesita la luna y el sol.
No sé que hacer, no lo quería aceptar, pero estoy perdido sin su presencia, sin sus arrebatos del humor, sin sus gritos y finalmente sin sus caricias que a veces se transforman en ráfagas de fuego.

También se ha dejado el móvil; lo encuentro tirado en el suelo, casi debajo de unas bragas color negro. Lo recojo de donde descansa y trato de encenderlo, pero, no hay carga y encontrar el cargador en aquel caos es una misión imposible.
 Llego a la conclusión que es imposible que se halla largado así por así, sin decir absolutamente nada. Debe de haber un rastro, una nota, una pista que me haga llegar a ella o en el peor de los casos entender que ha pasado.

Sin embargo, no quiero indagar mas, dejaré que las cosas simplemente se den y se dejen guiar por su propio curso, aunque si no vuelve, me lo recriminaré para siempre.
Por lo pronto, regresaré a la sala y me quedaré contemplando como la lluvia cae a través de la ventana".

Toronto, 10 enero, 2013

lunes, 7 de enero de 2013

Que Siga la Fiesta en la Embajada


“No cabe duda de que cuando de fiesta se trata, nuestros representantes diplomáticos sobresalen.
En algunos casos, llegan a salirse de lo normal y las fiestas pueden terminar siendo absolutos frenesís.

La noticia de que en la embajada de Honduras en Colombia, se desarrolló una fiesta con prostitutas, que al final resulto siendo un grave error, ya que se extraviaron un par computadoras pertenecientes a la embajada, así como teléfonos celulares destinados a uso oficial y todo porque los organizadores de la fiesta (personal de la embajada) se negaron a pagarles a las chicas o a los travestis que contrataron para hacer de la fiesta una verdadera “celebración” de navidad.

 
La noticia le ha dado la vuelta al mundo, llegando hasta la BBC así como a algunos periódicos de España, por mencionar solamente algunos de los medios que difundieron la noticia.

Algunas fuentes dicen que se trataban de prostitutas otras que se trataban de travestis, aunque el episodio no es nada claro.

La embajada de Honduras intentó mantener el asunto debajo de la mesa, pero, al final resultó imposible y el escándalo saltó a la luz pública; terminando con la sustitución del embajador y el nombramiento de una comisión para investigar los hechos.

 
Debo aclarar que no tengo absolutamente nada en contra de las fiestas o de las preferencias exóticas de algunos, me da igual lo que cada quien haga con su vida, pero, me indigna que estos bacanales sean financiados con el dinero que dejan el pago de los impuestos de los hondureños, que a duras penas subsisten viviendo en un ambiente de zozobra y de miedo, mientras nuestros "representantes" internacionales la pasan de las “mil maravillas”.

 
Las afectadas (os) (todavía no se sabe si al final fueron prostitutas o travestis los contratados) fueron víctimas de los organizadores de la fiesta al no recibir sus honorarios y se decidieron por darles un escarmiento, defecando y orinando en las finas alfombras de la embajada. Dejando el lugar pestilente y en un completo caos.

 
Creo que ya tenemos una alicaída reputación a nivel internacional; golpes de estado, inseguridad ciudadana, pobreza y otros adjetivos que se nos han puesto. Por si no fuera poco, ahora somos reconocidos por las fiestas que montan nuestros diplomáticos en el exterior.

A todo esto se suma las irregularidades en el proceso electoral que se llevó a cabo en noviembre y que terminó con la destitución de algunos miembros de la corte suprema de justicia, orquestada por el candidato a presidente Juan Orlando Hernández y el cual al parecer está obsesionado con el poder y que es capaz de todo con tal de llegar a la presidencia del país.

 
Por todos es sabido que varios diplomáticos no hacen absolutamente nada trabajando en el exterior, son colocados por otras personas valiéndose de los lazos de amistad o el pago de favores.

Imagínense cuánto cuesta mantener una embajada en Paris o Londres y no son dos o tres “gatos” que "trabajan" en pro de fortalecer las relaciones diplomáticas, sino que son varias personas, que literalmente no hacen absolutamente nada, solamente devengar un jugoso salario y vivir como reyes.

 
Otro ejemplo es el caso de Lizzy Flores, hija del expresidente Carlos Flores Facussé y que desde el golpe de estado fue asignada a representar Honduras ante las Naciones Unidas en Nueva York, donde actualmente reside y al mismo tiempo lanzaba su candidatura a diputada.

No creo que sea lógico que alguien que ni tan siquiera resida en el país busque un cargo popular, tan importante como es ser parte del congreso de la república, ante tal hecho varios la bautizaron como la “candidata a control remoto”.

Así es nuestro país, manejado por ineptos que solo hacen caso a sus intereses personales y que no les importa un comino el bienestar común.

 
Para muestra un botón y me refiero ahora a Romeo Vásquez Velásquez, ex jefe de las fuerzas armadas y ejecutor directo del golpe de estado en junio del 2009. Después del golpe de estado fue premiado y fue nombrado como gerente general de la empresa nacional de telecomunicaciones HONDUTEL. Así que de dirigir batallones pasó a dirigir una de las empresas más importantes del país y la cual ahora se encuentra prácticamente en las ruinas.

 
No sé mucho sobre el ex jefe de las fuerzas armadas, pero, no creo que sea un genio en finanzas o en administración de empresas y marketing.
En fin regresando a la dichosa fiesta en la embajada; este hecho solamente corrobora que la corrupción y la falta de valores son los que verdaderamente gobiernan en nuestra nación y en las representaciones diplomáticas afuera de la misma.

 No quiero sonar como un puritano, repito que me da igual lo que haga cada quien con su vida personal o sus preferencias sexuales, pero, me parece inaudito que se usen los espacios asignados para una embajada o en el peor de los casos el dinero del estado para financiar las parrandas de borrachos ya sea en el país o en el exterior.

Sin embargo, ya sabemos qué pasará con el asunto, en un par de días terminará en el frío olvido y los implicados en el bochornoso acto serán asignados a otra delegación diplomática, donde podrán seguir con sus vidas rodeadas de lujos, de banquetes y de parrandas.

Nos quedaremos con la imagen de que en Honduras si sabemos organizar fiestas, mientras el país se cae a pedazos”.

 

Toronto, 6 de enero 2013