Ayer
mientras caminaba por las calles de esta ciudad pensaba en vos; en cuantas
veces soñamos con recorrer otros sitios que no fueran los mismos de siempre.
Recordé
aquellos bares donde trazamos rutas inexistentes en hipotéticos mapas, que al
fin y al cabo no iban a ninguna parte.
Traje a
esta memoria un tanto socavada por el aire del tiempo tu cuerpo tendido en
aquella cama, donde tantas veces gozamos de aquellos juegos que dejaban de ser
prohibidos, desde el momento en que nuestras ropas quedaban tendidas en aquel
suelo tan frío, mientras las aspas de un moribundo ventilador azul aleteaban
desde un pedestal sombrío.
Luego,
todo era silencio, incluso las bocinas de los coches cesaban sus diabólicos
alaridos, entonces cerrábamos nuestros ojos, nos olvidábamos del mundo
exterior; de las guerras que arrebatan tantas vidas inocentes, del examen de
cálculo de la mañana siguiente y de ese miedo desmerecido de pensar en el
futuro.
Los
pensamientos dejaban de volar por aquel cuarto forrado de recuerdos inertes y
de tantas noches en vela y ahí estabas vos, tan quieta como si el curso de las
cosas, era simplemente; una especie de lamento estéril, que no tenía cabida en
nuestras vidas, era entonces cuando despertábamos de nuestros silencios y nos
mirábamos muertos de risa, mientras las aspas del ventilador traían a la
habitación una leve brisa.
AF
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